martes, 24 de noviembre de 2009

MUNDO


...escríbeme algo...

Yo te escribo el MUNDO si quieres ^.^
Nuestro mundo. Que es el único que se escribe (porque es el único que existe) aunque todo eso tú ya lo sabes. ¡Tú y yo somos los únicos que saben dónde/cómo está!

Nuestro mundo es muy bonito, aunque bonito es una palabra muy fea. No existe la ropa, la ropa se lleva por dentro, o sólo cuando te la quieres quitar rápido, muy rápido. Sólo existe el cuerpo, el cuerpo es sólo lo que existe. Sólo existe un cuerpo, Eltuyoyelmío lo llamamos. Ambos lo conocemos muy bien, y cada día nos sorprende con cosas nuevas. Es un cuerpo grande y divertido; muy guasón.

Tampoco existe el asfalto, todo es de tierra blanca y suave, y a todos los sitios que mires ves el mar. En todos los sitios se ve el mar, menos a un ladito que hay un camino de nenúfares largo, muy largo, que es por donde siempre caminamos. Nuestros paseos por los nenúfares. Este camino de nenúfares existe solamente solamente solamente para que nuestro mundo no sea una isla (ya lo sabes... odio las islas).

No existen los chistes buenos, esos se ahogaron en el mar. Sólo se cuentan los malos, muy malos. En las noches hacemos un alto en el camino de nenúfares, que siempre te lleva al mismo sitio. No encendemos ningún fuego, sino que nos bañamos en el mar. Ahí, en el agua y en la sal, también se pueden cantar canciones que se cayeron de algún árbol frutal (como un árbol de fresones...fresones muy muy rebeldes que no querían estar colgados).

Al amanecer nos despiertan los niños que siempre nadan en el mar. Pero ellos en realidad no pertenecen a nuestro mundo como habitantes, ya estaban allí antes que nosotros mismos. Son como el camino de nenúfares, la arena, el agua y la sal. Los niños.

En nuestro mundo no se trabaja, sólo se piensa en las canciones de la noche y en los chistes malos. También en teatro, espectáculos, cine, y todo eso que aparece cada vez que nos apetece. Echamos carreras nadando en el mar, a ver quién llega antes a las veintidós olas de distancia (22 olas de distancia). Siempre gano yo. Y tú siempre cuentas los chistes más malos (tiene muchísimo más mérito, en mi opinión). Eso pasa porque nadas siempre mirándome, y el ladear la cabeza te frena. Yo no necesito hacer eso porque te veo siempre.

A las dos de la madrugada (a las 2 de la madrugada), y sólo a esa hora, hacemos el amor. En veintidós posturas distintas, aunque siempre nos cansamos antes de llegar al gran número (el único número que existe, de hecho). Nos besamos mucho, pero no con la boca, sino con los ojos. Un gran beso de tornillo con tus ojos en el momento final es lo que más (me) nos gusta. Tú ya lo sabes bien. Eres experto en besos de tornillo visuales. Te dieron un máster en alguna universidad onírica, creo.

Comemos siempre lo que nos apetece, aunque pocas veces sentimos hambre. No existen marcas comerciales, sino comida de verdad. No existen comidas muertas e insanas, sino lo que realmente nuestros cuerpos quieren comer, auténtica vida comestible. Sólo unos cuantos mordiscos y ya estamos saciados, y luego dormimos una larga, muy larga siesta para descansar (nos pasamos todo el día andando sobre nenúfares).

Gastamos mucha energía, sobre todo a las dos de la mañana (2 de la mañana), pero sólo con respirar ya se reponen fuerzas. En el aire hay muchas partículas de luz que entran a los pulmones, los penetran y saben a la primera bocanada de aire que dimos alguna vez. Esta vez sin llanto, sin lágrimas. Sólo el primer aire de nuestra vida.

El día tiene veintidós horas (22 horas) y cada vez nos organizamos de alguna manera. De hecho, ni siquiera existe la palabra organización. Todo está en plena desorganización y a nosotros nos va muy bien así. Nos (me) encanta vivir en desorganización.

Hay, como no podía ser de otra manera, veintidós satélites que giran alrededor de nuestro mundo (22 satélites). Pero uno es el más bonito. Está más cercano que el resto, y de vez en cuando, los días finales de cada mes, podemos tocarlo. Es muy suave y está frío. Nos gusta tocarlo mientras nos bañamos en el mar por la noche. Él se deja, porque se siente solo. Los otros satélites lo envidian, porque a ellos no les contamos nuestros secretos, y se aburren. Ellos oyen nuestras canciones y nuestras carcajadas, y les damos algo de compañía. Además, siempre que tenemos tiempo entre chistes y canciones, entre baños y paseos, nos montamos a hombros uno al otro y las tocamos, les hacemos cosquillas y se ríen. Siempre que lo hacemos, lo hacemos con todos a la vez, porque brillan más limpios y más puros al reírse, y luego tenemos el camino iluminado toda la noche para poder seguir andando.

Al final, lo único que hacemos es eso. Seguir andando por nuestro camino de nenúfares. Siempre tenemos ganas de seguir, seguir, seguir andando. Y siempre, al final de todo, nos encontramos en una gran isla de arena blanca y mar. Aunque no es una isla, porque de ella sale un largo camino de nenúfares...

...Qué más quieres que te escriba, si ya te he escrito un mundo!

1 comentario:

David(W) dijo...

Dios Miriam... que te comento? Es nuestro mundo, el único que existe, el mejor mundo.
Me encanta lo del número dos y como sale constantemente (2)... a las dos de la madrugada :D.
Mi amor, lo único que me sale decirte es que yo también quiero seguir por ese camino de nenúfares, y seguir y seguir y seguir, así nuestro mundo no es una isla.
En lo de las olas llevas razón siempre pierdo por mirarte.
P.d: me encanta tener ese master mi vida.
Te amo, te quiero y te adoro!